Este nombre lleva rondándome muchísimo
tiempo, tanto que cada vez que pensaba en ello comprobaba si alguien ya lo
estaba usando. El nombre nació como resultado de dos pensamientos de apariencia
aislados pero que finalmente al unirlos cobró el máximo sentido, especialmente
para mí y mi trayectoria personal y profesional.
Todo
comenzó hace casi 10 años cuando realizaba las prácticas de Magisterio de Educación Especial en un
Centro Específico de Educación Especial (CEEE San Rafael, Granada). Era la
primera vez que me adentraba tan de lleno en el mundo de la diversidad
funcional y debo decir que me encantó desde el primer minuto, es más, me supo a
tan poco que al terminar el periodo de prácticas me fui de voluntaria al campamento de verano con los chicos/as. Recuerdo que por aquellos tiempos, una
conocida me preguntó: ¿no te dan pena cuando los ves? Su pregunta me sorprendió
con creces, a decir verdad, ni si quiera comprendía el porqué de aquella
semejante pregunta: ¿a mí?, ¿pena?, ¿por qué? Con el paso del tiempo te das
cuenta que no es más que un planteamiento que por desgracia está generalizado.
No, no me dan pena y quizás no me da pena porque mientras otros ven una silla
de ruedas, una malformación, un habla "raro", un aspecto físico
peculiar, unos movimientos "extraños" y un sinfín de etcéteras, yo
veo a una persona con otra forma de desplazarse, de comunicarse, de expresarse
tan válida como la mía. Veo a una persona con una historia a su espalda, con
sueños, ilusiones y ganas de comerse el mundo y de ser feliz, a una persona que
se enfada y se frustra cuando algo que desea mucho no lo consigue, que le
incomoda algunas situaciones que les resulta confusas, con algunas manías o
costumbres sagradas, con sus gustos y sus preferencias ya hablemos de alimentos,
actividades o en formas de hacer determinadas cosas, una persona que necesita
sentirse querida, aceptada, reconocida y valorada por los que le rodean, ¿tan
diferentes son de ti y de mí?.
En aquel momento no supe explicarle con profundidad,
no supe expresar que cada mañana al llegar al cole me regalaban una sonrisa, un
abrazo, un gesto que hacía que me sintiera feliz, cómoda, valorada.
Evidentemente no todo era de color “brilli-brilli”, había días muy duros y
realmente complicados que te calaban bien hondo pero aun así, puedo decir que fue
en aquella etapa de mi vida en la que empecé a descubrir lo que era el amor puro, el de verdad, el de la buena, el que te hace vibrar y crecer tanto por dentro que sientes
que en cualquier momento van a salirte alas y vas a echar a volar, como una
mariposa.
Por aquellos tiempos me gustaba mucho escribir poesías,
me ayudaba a expresar y ordenar todo lo que me ocurría y/o sentía y claro,
hablar de ese amor puro no iba a ser menos, así que les escribí una poesía
y se la recité en el campamento, pero como no me
pareció suficiente puesto que era tan grande lo que sentía que decidí incluirlo
en el recital que realicé en un festival cultural que se hacía en mi pueblo, Estepona, llamado Explorarte (Podéis ver el recital aquí: https://www.youtube.com/watch?v=B-W0AeIZCoU). En la poesía hago mención a la mariposa,
el cual con el paso del tiempo y a lo largo de mi trayectoria en el mundo de la
diversidad funcional, me ha acompañado hasta convertirse en el símbolo que
representa todo ese amor que he sentido y sigo sintiendo por cada una de
las maripositas, tanto grandes como pequeñas, con las que tuve la suerte de coincidir y volar.
Esas mariposistas que conseguían dar color con sus preciosas alas mis días, aunque estos fueran terriblemente grises. A día de hoy todavía me pregunto cómo lo hacen y lo
único que se me viene a la cabeza es: MAGIA.
Ya he desvelado el significado de una parte del
nombre, “mariposa”, ¿pero por qué el aleteo? Esta explicación es mucho más
sencilla. Posiblemente muchos de vosotros sepáis que el aleteo consiste en un movimiento repetitivo conocido como estereotipia, muy frecuente aunque no en todos los casos, en los niños/as con autismo. Hace algunos años, antes de empezar mi aventura como maestra, tuve un
acercamiento al mundo del espectro autista cuando ejercí muy brevemente por lo que se
conoce como “sombra” en una aula específica especializada en Trastorno del
Espectro Autista (TEA), por aquel entonces mis nociones eran básicas, no os voy
a engañar, por lo que vivir aquella experiencia hizo que quisiera saber más pero esas ansias se vieron algo frenadas cuando comencé con mi andadura como maestra, ya que a pesar de haber conocido a algunos alumnos/as con TEA, mi trabajo seguía
siendo más teórico que práctico, durante un periodo de tiempo me resultó más difícil conectar con algo que parecía que se alejaba de mí hasta que hace muy poco, por fin, empecé mi soñada aventura en un aula TEA. Y bueno, es ese aleteo que junto a mi
mariposa forman EL ALETEO DE UNA MARIPOSA. ¿Y sabéis qué es lo mejor de todo esto?
¡QUÉ EL SIMPLE ALETEO DE UNA MARIPOSA PUEDE
CAMBIAR EL MUNDO!
VI Carta a la luna
Querida luna,
Noto la vibración de sus miradas
Que se transforman delicadamente
En el amor que refleja una sonrisa
Posada, como una mariposa
Sobre la flor de sus caras.
Me recuerda a tu luz sobre el mar
Cuando andas llena bajo una noche de cristal
Y me siento completamente tú,
Cuando en el profundo mar de mi alma
Presiento el reflejo de las inocentes sonrisas
que acarician sus miradas.
Gemma Lunae, 2009.